viernes, 28 de junio de 2013

 

EL LACTANTE

 
Este período comprende la vida del niño hasta el año de edad y deriva su nombre del hecho de que la principal fuente de alimentación es la ingesta de leche, sea suministrada por el pecho materno, que cosntituye el ideal y es recomendado como el único y suficiente durante el primer semestre de vida o de no ser esto posible, administrándole algunas de las fórmulas que se ofrecen en el mercado, las cuáles, si bien en lo nutricional se aproximan bastante a la composición de la leche materna, no resultan iguales a ella y además carecen de otros atributos que brinda la lactancia materna.
 
Durante este período el niño, que ha superado ya con éxito la etapa de adaptación que ocurre en el primer mes de vida, requiere especial cuidado en cuanto a ser bien alimentado, de mantenerse bien hidratado y además debidamente protegido de las infecciones.
 
Respecto a la alimentación, queda dicho que durante los primeros 6 meses nada es mejor que la lactancia materna, excepto en casos muy particulares en que tendrá que recurrirse a la alimentación con fórmula o lactancia artificial, pudiendo también recurrirse a  una combinación de ambas, conocida como lactancia mixta. Despúes del sexto  mes y hata el año de edad el niño debe ser iniciado en la alimentación con sustancias inicialmente semisólidas y luego sólidas, así como también ir aprendiendo a degustar otros sabores, de modo que al cumplir el año pueda estar en condiciones de alimentarse como lo hace el resto de la familia, salvo contadas restriciones. Esta fase en que el niño inicia los alimentos no lácteos se denomina de ablactancia y debe ser rigurosamente vigilada por el pediatra o el nutricionista por la importancia que tiene para el normal crecimiento y desarrollo del niño.
 
En lo referente a la hidratación debemos recordar que el niño durante este período es hidrolábil, lo cual significa no sólo que es más propenso a perder  líquidos -además de babear constantemente, suele vomitar fácilmente y sobretodo enfermar de diarreas-, sino que además no soporta como el adulto las pérdidas de agua y desde luego las sales que se pierden con ella. La disminución del volumen de orina suele ser expresión de que el niño se está deshidratando y debe motivar la visita inmediata al pediatra.
 
Finalmente en lo que se refiere a la defensa contra las infecciones, en este periodo y desde el nacimiento el niño debe recibir las vacunas que lo protejan de las infecciones más frecuentes. Son importantes en el primer año las vacunas contra la poliomielitis, la difteria, el tétanos, la coqueluche o tos convulsiva, la hepatitis B, el hemófilus Influenza, el neumococo y el rotavirus, todas ellas disponibles actualmente. Es necesario tener presente que si bien cuando el niño nace en condiciones normales, esto es a término, bien nutrido y sin malformaciones, su sistema inmunológico o defensivo contra las infecciones está suficientemente desarrollado, no conoce aún a que tipo de enemigos- microbios- se va a enfrentar, razón por la cual debe evitarse exponerle innecesariamente y en todo caso como queda dicho, aplicarle las vacunas que existieran. 

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario