jueves, 13 de febrero de 2014


LA ADOLESCENCIA

Corresponde esta etapa a la edad comprendida entre los 12 años cumplidos y los 18 años y coincide con los estudios secundarios y en parte, los universitarios. A partir de ahora, nuestro niño es ya una persona que tiene cada vez mayor capacidad de discernir lo bueno de lo malo y de discriminar lo conveniente de lo inconveniente. No obstante sea por temores arraigados en relación con el escenario en que ha habitado, los estilos de vida familiares y el descontrol social que le rodea, sobretodo en el medio urbano, puede adoptar conductas inapropiadas que perturben la consolidación de su personalidad, proceso fundamentalque debe ocurrir en esta etapa. A ello hay que agregar los temores y dudas que va desarrollando frente a las responsabilidades que, reconoce, deberá afrontar en la etapa adulta. Tales temores suelen asociarse a las expresiones de rebeldía que más o menos manifiestas se hacen presente cuando quiere dejar de ser "el hijo de papá" para ser él mismo. Se han descrito muchas "crisis" en este sentido, entre las más importante: (a) la de identidad, que acabamos de referir,(b) la de autonomía, que lo lleva a tomar sus propias decisiones y desobedecer a sus padres y (c) acaso una de las más importantes, la de inseguridad ante el futuro, que resulta de comparar las facilidades que tiene en su hogar o las que no las tiene, con las que quisiera él proporcionar alguna vez a su familia y confonta sus potenciales posibilidades con las dificultades de la realidad imperante. Todo lo expresado hace de la adolescencia una fase crítica del crecimiento y desarrollo y obliga a que padres y familiares, y de ser necesario, el equipo de salud lo ayuden a superar las dudas y dificultades que se le presenten, a efecto que cumplidos los 18 años pueda ingresar a la adultez premunido de una personalidad que le permita sortear los avatares de la vida y contribuir a la prosperidad de si mismo, su familia y la sociedad. La salud en esta etapa enfrenta además los accidentes, como riesgos de una actividad deportiva aveces impulsiva, las enfermedades de transmisión sexual y la probable aparición de enfermedades heredodegenerativas que por razones de expresión genética tardía recién se manifestaran o que por estilos inadecuados de vida- falta de actividad física, mala alimentación o adicciones-pudieran hacer su aparición.       

lunes, 19 de agosto de 2013

 

EL PERIODO ESCOLAR

 
 Abarca la vida del niño entre los 6 y 12 años y coincide con la asistencia a la escuela básica o primaria. En esta fase de su vida el niño va adquiriendo en mayor medida el uso de razón y discernimiento así como desarrollando una mayor capacidad discriminativa sobre lo que le es conveniente o no lo es, si bien suele preferir lo que es más de su agrado. Va mostrando a la vez un mayor interés por socializar con otros niños y despliega una actividad física más intensa, buscando participar en deportes y otras actividades competitivas, adoptando aveces actitudes temerarias, por no medir bien el peligro. Lo anterior lo expone a sufrir, de una parte, infecciones por contagio interpersonal -es en consecuencia importante que llegue a este momento debidamente vacunado- y de otra también accidentes. No menor es el riesgo de padecer transtornos de la nutrición si es que su alimentación no es cuidadosamente atendida - prefiere el juego a la alimentación - y si esta es de mala calidad puede, cuando ésta sea deficiente sufrir adelgazamiento o por causa de dietas mal balanceadas, desarrollar sobrepeso u obesidad. Esta posibilidad se ha incrementado, en los últimos años, aún desde la etapa preescolar, por el mal hábito de pasarse muchas horas frente al televisor y de preferir alimentarse con productos industrializados  que carecen de un apropiado valor nutricional. La alimentación, la prevención de accidentes físicos y de la incidencia de infecciones son pues las 3 medidas sanitarias que hay tener en cuenta en este grupo de edad. De otro lado, siendo el estudio y el desarrollo cognitivo producto del aprendizaje los logros que se persiguen en este período, el niño debe ser debidamente evaluado respecto a la evolución de sus funciones sensoriales, perticularmente visión y audición. Al igual que en los períodos previos la asistencia por parte del pediatra y según sea necesario de otros profesionales de la salud, odontólogo y psicólogo resultan importantes.      

martes, 30 de julio de 2013

 

EL NIÑO PREESCOLAR

Corresponde este período al niño de 1 a 5 años cumplidos y toma su nombre porque en esta edad nuestro personaje suele -o debe- iniciar su asistencia a los centros formales de educación  -nidos, jardines de la infancia o escuelas preparatorias- como paso previo  para acceder con éxito a la escolaridad plena, en la etapa siguiente. Es este un período crucial en el desarrollo biosicosocial del niño; todavía no ha desarrollado bien el criterio discriminativo -no distingue claramente lo bueno de lo malo, lo inocuo de lo peligroso- y sin embargo cada día incrementa más su capacidad de desplazamiento -aprende a caminar e incluso a saltar y a trepar- por lo que requiere especial cuidado para evitarle accidentes y envenenamientos -puede ingerir sustancias nocivas dejadas por descuido a su alcance o envasadas en recipientes de otras que no lo son, pero que él confunde por su apariencia. De otro lado el lenguaje que, iniciado durante la lactancia a partir de los 6 meses con un simple silabeo -pa, ma, te, ta- y que había llegado a ser, al final de ella no mayor 4 a 6 palabras, alcanza en este periodo su pleno desarrollo. En suma el preescolar vive una etapa de activo desarrollo psicomotor y neurosensorial. Es también en este período que las experiencias psicoemocionales van influyendo en el subconciente del niño y resultan trascendentes para el desarrollo ulterior de la personalidad. Trato amoroso, cuidados físicos y promoción de experiencias afectivas positivas son en consecuencia de gran importancia en esta etapa en que el niño es una suerte de esponja que absorbe integramente todo lo que ocurre a su alrededor.
Lo dicho, siendo sumamente importante no debe dejar de lado los otros cuidados como son (a) la buena alimentación -la velocidad de crecimiento, si bien menor que en la lactancia, sigue siendo alta-, (b) la atención oportuna de enfermedades -las infecciosas dugestivas y respiratorias siguen siendo las más frecuentes-y (c) las vacunaciones que correspondan a su edad -contra la hepatitis A, las paperas, la rubéola y la varicela- así como los refuerzos de las que recibiera antes del año. 
Algo que debe tenerse muy en cuenta es que en el período prescolar el niño completa el desarrollo de su dentición. A los 8 incisivos aparecidos a partir de los 6 meses de vida,  4 inferiores 4 superiores, que fuera seguido, al final de la lactancia,  por los primeros premolares, 2 superiores y 2 inferiores,  se suman aquí los caninos y los segundos y terceros premolares, de modo que alrededor de los 30 meses el niño tiene ya completa su primera dentición, es decir las 24 piezas que la conforman, 12 en cada mandíbula. 
De todo lo expuesto queda claro por lo tanto que en este período de la vida del niño será importante seguir contando con el apoyo y consejo frecuente del pediatra -hacemos este énfasis porque no suele hacerse en la práctica-, quien en determinadas circunstancias deberá actuar en equipo con el odontólogo, el nutricionista y el psicólogo, a fin de lograr que el preescolar desarrolle plenamente sus potencialidades genéticas.  
    
 
 
 
 


lunes, 22 de julio de 2013


QUE CUIDADOS TENER CON EL LACTANTE 

 
Hemos dicho que el lactante afronta 3 contingencias de vulnerabilidad: Las derivadas de una mala alimentación, la hidrolabilidad y la relativa indefensión frente a las infecciones.
La  mala alimentación pede afectar al lactante por 3 razones: (1) cuando no recibe los nutrientes que requiere para crecer y desarrollar como le corresponde -no olvidemos que en esta etapa la velocidad de crecimiento es muy alta y se están desarollando rápidamente todos los órganos, uno de ellos tan importante como el cerebro- lo cuál se expresa tangiblemente en que no gana peso, se adelgaza y desnutre; dentro de este riesgo se ubica también el que el lactante pueda, por recibir una alimentación no balanceada, desarrollar sobrepeso y obesidad, situaciones tan dañinas como la que significa una dieta deficitaria; (2) cuando la preparación de los alimentos no se hace con la debida higiene, y se expone al niño a ingerirlos contaminados, lo que puede producirle infecciones digestivas con la consiguiente diarrea y deshidratación y (3) cuando por ignorancia, entusiasmo o temeridad se le administran alimentos sin considerar la posibilidad de que podría no tolerarlos, lo cuál también puede generarles molestias digestivas como vómitos, cólicos y diarreas. Lo anterior obliga a los padres a ser celosos con la alimentación de sus niños, debiendo cuidar que sean los que correspondan a su edad -no olvidemos que en los primeros 6 meses de vida basta la lactancia materna- y cuando se deba administrat nuevos alimentos, tener cuidado en iniciarlos progresivamente para detectar la toterancia a los mismos, todo ello sin perjuicio de guardar la más absoluta higiene.
La hidrolabilidad, de la que hemos hablado ya anteriormente, es causa de que el lactante suele reaccionar ante los agentes agresores -se denominan noxas en la jerga médica- en forma integral, como un todo y no sólo con respuestas específicas de determinados órganos -asi por ejemplo, si un lactante sufre una infección del oido, una otitis, además de las molestias propias de este órgano, suele presentar fiebre y diarreas, lo que usualmente no ocurre con un adulto, quien podrá o no presentar fiebre, pero de hecho no presenta diarreas-lo que hace que la mayoría de infecciones en el lactante, sean digestivas o no, se acompañen de diarreas-  y obligue al pediatra a que en todo lactante con diarrea busque la causa más allá de una afección intestinal y a los padres a consultar de inmediato ante esta manifestación.
Repecto a la indefensión ante las infecciones que presenta el lactante, tiene que ver con que su sistema inmunológico, que llega al nacimiento preparado para actuar pero carente de experiencia, empieza recién a identificar y a aprender a deshacerse de los agentes patógenos -los causantes de enfermedades- después del nacimiento, lo que no sólo obliga a recibir al recién nacido en condiciones asépticas sino a no exponer al lactante innecesariamente a posibles contagios y desde luego  administrarle las vacunas disponibles para ayudarlo a defenderse.        

viernes, 28 de junio de 2013

 

EL LACTANTE

 
Este período comprende la vida del niño hasta el año de edad y deriva su nombre del hecho de que la principal fuente de alimentación es la ingesta de leche, sea suministrada por el pecho materno, que cosntituye el ideal y es recomendado como el único y suficiente durante el primer semestre de vida o de no ser esto posible, administrándole algunas de las fórmulas que se ofrecen en el mercado, las cuáles, si bien en lo nutricional se aproximan bastante a la composición de la leche materna, no resultan iguales a ella y además carecen de otros atributos que brinda la lactancia materna.
 
Durante este período el niño, que ha superado ya con éxito la etapa de adaptación que ocurre en el primer mes de vida, requiere especial cuidado en cuanto a ser bien alimentado, de mantenerse bien hidratado y además debidamente protegido de las infecciones.
 
Respecto a la alimentación, queda dicho que durante los primeros 6 meses nada es mejor que la lactancia materna, excepto en casos muy particulares en que tendrá que recurrirse a la alimentación con fórmula o lactancia artificial, pudiendo también recurrirse a  una combinación de ambas, conocida como lactancia mixta. Despúes del sexto  mes y hata el año de edad el niño debe ser iniciado en la alimentación con sustancias inicialmente semisólidas y luego sólidas, así como también ir aprendiendo a degustar otros sabores, de modo que al cumplir el año pueda estar en condiciones de alimentarse como lo hace el resto de la familia, salvo contadas restriciones. Esta fase en que el niño inicia los alimentos no lácteos se denomina de ablactancia y debe ser rigurosamente vigilada por el pediatra o el nutricionista por la importancia que tiene para el normal crecimiento y desarrollo del niño.
 
En lo referente a la hidratación debemos recordar que el niño durante este período es hidrolábil, lo cual significa no sólo que es más propenso a perder  líquidos -además de babear constantemente, suele vomitar fácilmente y sobretodo enfermar de diarreas-, sino que además no soporta como el adulto las pérdidas de agua y desde luego las sales que se pierden con ella. La disminución del volumen de orina suele ser expresión de que el niño se está deshidratando y debe motivar la visita inmediata al pediatra.
 
Finalmente en lo que se refiere a la defensa contra las infecciones, en este periodo y desde el nacimiento el niño debe recibir las vacunas que lo protejan de las infecciones más frecuentes. Son importantes en el primer año las vacunas contra la poliomielitis, la difteria, el tétanos, la coqueluche o tos convulsiva, la hepatitis B, el hemófilus Influenza, el neumococo y el rotavirus, todas ellas disponibles actualmente. Es necesario tener presente que si bien cuando el niño nace en condiciones normales, esto es a término, bien nutrido y sin malformaciones, su sistema inmunológico o defensivo contra las infecciones está suficientemente desarrollado, no conoce aún a que tipo de enemigos- microbios- se va a enfrentar, razón por la cual debe evitarse exponerle innecesariamente y en todo caso como queda dicho, aplicarle las vacunas que existieran. 

 


 

viernes, 14 de junio de 2013


ETAPA POSNATAL

EL RECIÉN NACIDO
 
 
Este período abarca, según consenso, el primer mes de vida que sigue al nacimiento, pero biológicamente puede extenderse hasta el tercer mes en razón de que los cambios adaptativos que se desarrollan nuevo ser, en las esferas ya señaladas de la respiración, aliimentación, regulación de temperatura y adecuación inmunológica, pueden requerir en algunos niños un tiempo mayor, Alguna vez, los pediatras que en forma preferente cuidan de este período, plantearon la necesidad de extenderlo consensualmente hasta los 3 meses. 
 
El Recién nacido, además de afrontar los riesgos de adaptación ya señalados confronta 4 posibles problemas patológicos. Ellos son: (a) las malformaciones congénitas, esto es la defectuosa estructura de algún órgano, que cuando son graves pueden poner en peligro la vida si no se atiende oportunamente, (b) el trauma obstétrico por problemas en la atención del parto, pudiendo ocasionar fracturas o hemorragias, entre las más frecuentes, (c) las infecciones, debidas a falta de asepsia, cuya máxima expresiónsión es la septicemia del recién nacido que produce muertes frecuentes y (d) déficit en el proceso de maduración ya sea por retardo o nacimiento antes de término.
 
La forma de prevenir que los riesgosexpuestos existan o puedan tener repercusiones negativas requiere de algunas medidas simples y de poco costo  como son (1) el control prenatal, que debe ser efectuado rigurosamentecada mes desde que se inicia la gestación e incluso semanalmente durante el último mes del embarazo, (2) la atención del parto por personal capacitado, de preferencia profesional y en instituciones de salud, (3) el inicio de la lactancia materna inmediatamente después del nacimiento, lo que puede ser diferido sólo en muy contadas circunstancias y (4) el examen exhaustivo del recien nacido y el control periódico de su evolución, para detectar cualquier desviación del mismo. En las últimas décadas se ha introducido pruebas bioquímicas para detectar también defectos en la producción de enzimas que en los meses siguientes pueden hacer patentes transtornos en su desarrollo, son las conocidas como tamizaje, que debe ser obligatorias para todo recién nacido, algunas de las cuáles pueden también realizarse en la madre durante el embarazo.
  

lunes, 27 de mayo de 2013

El TRANSITO A LA ETAPA POST NATAL
 
El tránsito a la etapa post natal constituye el Parto, proceso que se inicia con las contracciones uterinas, con el fin de expulsar al feto, una vez que éste creció y se desarrolló hasta alcanzar las condiciones suficientes para no necesitar ya seguir viviendo en las entrañas de la madre -feto a término-, esto es que ha logrado la madurez necesaria para cumplir las funciones de control de temperatura, respiración, ingestión y digestión de alimentos, respuesta a los microorganismos patógenos y, en términos generales, sobrevivir por si mismo. Esto ocurre alrededor de las 40 semanas de la gestación. Las contracciones uterinas se asocian a la dilatación progresiva del cuello uterino para dar paso al feto y a la desinserción de la placenta, la cuál ha sido hasta este momento el órgano encargado de proveer al feto del oxígeno y los nutrientes procedentes de la sangre materna, así como de los elementos propios del sistema inmunológico. El trabajo de parto dura en las que que tienen un niño por primera vez -primíparas- un tiempo variable entre 6 y 12 horas y entre las que van teniendo mayor número de hijos, cada vez un tiempo menor. 
El viaje que hace el niño desde el interior del útero hasta el exterior, a través del canal vaginal, denominado parto natural, es importante, pues durante este tiempo empiezan a desplegarse sus alveolos pulmonares -especie de bolsitas que durante la vida fetal han permanecido plegadas- permitiendo que al salir del canal vaginal pueda respirar satisfactoriamente para recibir el oxígeno del aire ambiental. También le permite una adaptación progresiva a los cambios de presión, que es mayor dentro del útero. Estos hechos, entre otros, son la razón por las que al parto así producido se reconozca como parto normal.
De nacer el niño antes de las 40 semanas, alguna de las funciones descritas propias del "feto a término" -esto es, listo para nacer- podrían no haber alcanzado la maduración necesaria. Este riesgo es mayor entre los que nacen antes de las 37 semanas -nacidos pretérmino- y hace que ellos requieran mayores cuidados para garantizar su supervivencia. De otro lado de prolongarse el embarazo más allá de las 42 semanas -parto post término-podemos asistir al nacimiento de un niño con algunas alteraciones, sea que éstas por si mismas expliquen la demora en nacer, sea que resulten consecuencia de ello o que se deban a que la función de la placenta - nutrir y oxigenar al feto- hubiesen ido dejando de ser efcientes por envejecimiento, ya que tales funciones están biológicamente programadas para una gestación promedio de 40 semanas.
Finalmente debemos referirnos al parto por cesárea, que no es natural ni normal, porque expone al feto a cambios violentos de presión ambiental y a tener que satisfacer necesidades biológicas en forma brusca.
 idades